Dos sordos muy tímidos se casaron y durante la primera semana de su matrimonio fueron incapaces de comunicarse en el dormitorio con todas las luces apagadas, ya que no podían ver el lenguaje de los signos de las manos ni leer los labios del otro. Después de varias noches de malentendidos y meteduras de pata por parte de ambos, la mujer ideó una solución.
Ella escribió una nota a su marido: ” Cariño, ¿por qué no nos ponemos de acuerdo con algunas señales fáciles? Por ejemplo, por la noche, si tu quieres s..o, me tocas la t***** izquierda una vez... Y si no quieres s..o, me tocas la t***** izquierda dos veces. ¿Qué te parece?”
El marido pensó que eso era una gran idea. Y escribió una nota para su mujer: ¡Fabulosa idea! Y para ti, si tu quieres s..o, me meneas suavemente el pene una vez con la mano... Y si no quieres s..o esa noche, lo haces doscientas cincuenta y ocho veces y listo.