que os parece este articulo.... aun hay periodistas fieles a la verdad y no al sensacionalismo.
PILOTOS. LA MORAL DE QUIEN OPINA
Luisa Cuerda
Observo con creciente preocupación que la carencia absoluta de nivel, no ya intelectual sino intelectivo, no es privativa de nuestra clase política sino que hace estragos entre los comentaristas (entre los cuales, modestamente, me cuento). Ya he dicho en alguna ocasión que alguien que emite una opinión ocupando un espacio público y cobrando por ello ha de diferenciarse, por su estilo y la calidad de sus argumentos, de quien se desahoga en el bar ante los compañeros de tute. Sin embargo, a medida que sube la audiencia y aumenta el sueldo, crece también la propensión de los que opinan a perder el oremus. De ahí, tanto esperpento.
Tomemos, por ejemplo, el tema de los pilotos, uno de los favoritos de los comentaristas estupendos. Los pilotos, como colectivo, constituyen uno de esos lugares comunes tan necesarios para que los que no piensan por sí mismos encuentren un sucedáneo de la identidad que no tienen y refuercen la autoestima machacada por años de sumisión. Los comentaristas estupendos, que lo saben, fomentan esta espita que alivia la presión de las frustraciones cotidianas acusando a los pilotos de cobrar sueldos astronómicos y de ser unas vedettes (cosas ambas que se les podrían aplicar a ellos mismos con bastante más verdad). De esta manera, encauzan la envidia de las masas y la alejan de sí. Son cosas que los poderosos han hecho toda la vida con la plebe, y que ahora, que se ha perdido la clase, hacen los famosillos con los consumidores. Por eso, y porque siento un poco de vergüenza ajena al escuchar la berrea de gente tenida como profesional, quisiera aportar un método casi olvidado pero muy sencillo a la hora de abordar un comentario:
Lo primero, la noticia: Iberia ha visto reducida su puntualidad, con las consiguientes molestias para los usuarios.
Segundo, las versiones: La de la empresa es que ello se debe a que los pilotos mantienen una “huelga encubierta”. La de los pilotos, representados por SEPLA, es que hace mucho tiempo que vienen faltando pilotos para cubrir los compromisos que la compañía tiene con sus usuarios; durante todo este tiempo, los pilotos han colaborado con la compañía, trabajando más allá de lo que les exige el convenio, para que esta pudiera cumplir sus compromisos; pero como la compañía no ha aprovechado ese esfuerzo para buscar soluciones sino para aumentar beneficios, se encuentran en un estado de fatiga que incide en la seguridad de los pasajeros, por lo que se limitan al trabajo que les corresponde en lugar de hacer además el que no les corresponde.
Tercero, los datos: Los admitidos por la propia Iberia son los siguientes: 1950 pilotos en 2004 y 1575 en 2008, con una producción en aumento. Es decir, que en cuatro años de aumento de producción, la empresa no sólo no ha contratado más pilotos sino que ha reducido su plantilla en más de un 19%.
Cuarto, las conclusiones. Y aquí, y únicamente aquí, es donde caben diferentes opiniones. La mía, atendiendo a lo anterior, es que la versión de los pilotos se acerca más a los datos concretos que la de la empresa. Si además quiero ser graciosilla puedo sugerir que la versión de la empresa se acerca peligrosamente a la teoría conspirativa, ya que no hay ninguna necesidad de hacer una “huelga encubierta” cuando la huelga es un derecho laboral que protege la Ley incluso si los trabajadores son pilotos. Si quiero ser algo más radical, puedo acusar a la Compañía Iberia de jugar con la seguridad de sus pasajeros elaborando patéticas mentiras que a nadie engañan. Si pretendo ser persuasiva, preguntaría socráticamente a mis lectores por qué un trabajador ha de querer que contraten a más personas en su empresa si no es porque el trabajo le sobrepasa; y concluiría que, puesto que lo habitual no es ceder trabajo (y dinero) sino acapararlo, que sean los propios trabajadores los que aboguen para que se contrate nueva gente debería hacernos pensar. Pero nunca, bajo ningún concepto, debo decir, ni diría, que los directivos de Iberia son unos chulos, ni unos señoritos, ni unos cretinos, que se compran cochazos y viven en casas fastuosas a costa de poner en peligro vidas humanas. Lo primero, sea o no sea cierto, es algo que no me atañe ni a mí ni a mis lectores; lo segundo es una afirmación muy grave que se escapa a mi capacidad probatoria, algo que, si en algún momento pudiera ser demostrado en otras instancias, entraría de lleno en el terreno del delito y como tal tendría que ser castigado.
Sin embargo, esto es lo que hacen los comentaristas estupendos cada vez que hay un conflicto laboral con los pilotos de líneas aéreas: se saltan alegremente los tres primeros pasos y, puesto que no han podido elaborar conclusiones, las consultan a medias con los chats de descerebrados anónimos y a medias con sus propias gónadas. De ese fascinante maridaje salen afirmaciones sobre los pilotos que no son sino desahogos contra su aspecto, su imaginado modo de vida o su legendario poder adquisitivo, amén de gastadas anécdotas sobre lo que le pasó a la estrella mediática esa vez que no pudo irse de vacaciones en hora, lo que me hace pensar que los comentaristas estupendos desconocen la diferencia entre reacción y opinión, como les sucede a los megalómanos y a los bebés.
El resultado de todo esto es que ciertos foros de opinión y ciertos gallineros serían iguales en todo si no fuera porque en los gallineros se tiene un concepto del límite que se desconoce entre las estrellas mediáticas. Pero no nos engañemos: mientras hagamos oídos a las mamarrachadas que nos llegan por el aire, por papel o por la Red, mientras apoyemos o riamos las gracias de los nuevos ricos de la información porque eso refuerza nuestros prejuicios, estamos alimentando a un monstruo bobo, inculto y ramplón, que el día menos pensado se alimentará de nosotros, de nuestro trabajo, nuestra seguridad o nuestras aspiraciones. Y, aparte de algún mal momento, no creo que la mayoría de nosotros, que deseamos hacer las cosas lo mejor posible y ser razonablemente felices, nos lo merezcamos. ¿Verdad?
Publicado por Luisa Cuerda en 12/19/2008 09:13:00 PM
Asunto: PRENSA - Artículo de Luisa Cuerda