Naturalmente que ya no conduzco de la misma manera que antaño. Ya no me relajo al conducir, de hecho, ahora me produce un auténtico pavor y canguelo conducir. Cada día que pasa, le tengo más asco a la conducción. Los viajes largos se me hacen infumables, pues amén de que ya no puedes pasar de 130 km/h, acabo completamente hecho polvo debido a la tensión que produce ir pendiente de cualquier recoveco que haya en la autovía o cualquier coche con lunas tintadas que puedas rebasar.
Y es que, como han comentado ya, en estos últimos tiempos estoy más pendiente de la cuneta y matorrales varios a lo largo y tendido de la calzada que de la conducción en sí.