Y vamos con lo que al final de verdad importa:
La primera vez que lo encendí (vengo de diesel) me sorprendió lo tremendamente silencioso que era, ni una vibración, da la grata impresión de estar siempre apagado, desde dentro nada te hace suponer que encierra 200 cv debajo del capo. Me fijo en la gran palanca del cambio y en las levas tras el volante, derecha sube, izquierda baja y con la experiencia de haber conducido otros coches automáticos pongo mi pie izquierdo bien apoyado en el sitio preparado para tal efecto, con firmeza. Frenar y llevar el pie izquierdo al embrague es una cosa muy común y poco agradable en los automáticos. Vuelvo a ver la palanca (de cuero perforado por cierto) presiono su botón lateral y la sitúo en la R (marcha atrás) suelto el freno y poco a poco el coche avanza sin necesidad de tocar el acelerador giro el volante y mi primera sorpresa, calzado como va el coche (225 40 18), la dirección se muestra tremendamente blanda y asistida, (más adelante ya en carretera aprecio como con la velocidad su dureza crece y con ella la seguridad a altas velocidades) ahora le toca el turno a la D (modo tranki) y no a la S (modo tramo) como seria mi deseo pues aun estoy con el rodaje, en este modo el coche con una conducción sosegada rara vez sube de 2500 rpm y los consumos son muy ajustados con medias de un 10 en ciudad y un 9,5 a 140 constante (tempomat) por autopista.
El volante es pequeño, también con cuero perforado en donde apoyan las manos y con rebajes para un agarre óptimo y confortable.
Aun quedan algunos kilómetros para que empiece a pisarle al coche y disfrute del cambio en función manual pero como coche automático parezca que su funcionamiento fuera por variador y no un cambio robotizado (el SMG II y III es una patada nada dosificable), es tremendamente suave tanto subiendo como bajando marchas, una delicia.