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PRUEBA: Audi 100 2.5 TDi C3 (1990)
Ocio publicó una discusión en Audi 80 / 90 / 100 / A6 C4 / 200 / Cabrio / Coupé
22 abril, 2023 Audi 100 2.5 TDi C3 Antes de entrar en materia, no puedo evitar puntualizar unas cuestiones que ayudarán a los más jóvenes lectores a entender muchas de las cosas que se comentan en estas líneas y que entiendan por qué Audi lanzó este modelo cuando prácticamente la tercera generación del 100 llegaba al fin de su vida. Por aquel entonces, hablo de los años ’80/’90, la industria del automóvil ya andaba muy preocupada por cuestiones como las emisiones, la eficiencia energética, la calidad del aire. Los lentos y pesados motores diésel no eran opciones consideradas por los conductores. En esos tiempos, las reglas del juego estaban claras: las administraciones ponían los límites y la industria se estrujaba el cerebro en sus laboratorios para cumplirlas. Y así nació el Audi 100 2.5 TDi C3. Una vez más, para ponernos en contexto, vamos a darle a la palanca de la máquina del tiempo y nos teletransportamos a los años ’80 para encontrarnos con una industria del automóvil en franca recuperación tras superar la crisis energética de los ’70, que supuso un claro aviso de que había que buscar la eficiencia a toda costa. Fueron unos años en los que se produjeron grandes avances en diferentes áreas de cara a reducir los consumos y las emisiones. El peso, la aerodinámica, los motores, la electrónica, los materiales y los propios procesos productivos, se alinearon de cara a conseguir reducir el impacto del automóvil y cumplir con las cada día más severas normas impuestas por las administraciones. Todo esto, en contra de lo que pasa hoy que las decisiones tecnológicas se toman en los parlamentos y los ministerios, los coches aumentan su peso sin parar y el pensamiento único que se impone por decreto, dio lugar a un coche pionero que marcó tendencia en las décadas siguientes: el Audi 100 2.5 TDi C3 de la prueba. El primer diésel de inyección directa de Audi En este modelo, en mi opinión, se aúnan muchas circunstancias que, a pesar de su corta vida comercial, lo hace muy especial. En primer lugar: es un Audi. La marca de los cuatro aros, a pesar de su larga historia, en los años ’80, y debido a diferentes avatares, era una marca joven que, tras pasar de Mercedes a Volkswagen en 1964, estaba en plena fase de redefinición. Dentro de ese proceso, se podría decir que esta generación del Audi 100, la C3, era la primera que respondía a los atributos que, desde Volkswagen, se habían definido para Audi: tecnología, seguridad y confort. Así mismo, en aquellos años en los que reducir el consumo (y, por lo tanto, las emisiones), las mecánicas diésel, hasta entonces muy enfocadas en usos industriales y profesionales, empezaban a verse como una alternativa razonablemente interesante para el particular. Peugeot, con sus motores XUD, demostró que era posible conjugar la eficiencia de los motores diésel (por aquel entonces, todavía con precámara) con los niveles de ruido, vibraciones y prestaciones que exigían los conductores del momento. El mercado, sobre todo en aquellos países en los que el gasóleo gozaba de un tratamiento fiscal más benévolo, como España, estaba preparado para desplazar su demanda hacia el diésel de forma masiva. Así pues, no resulta extraño que una marca que quería hacer de la tecnología su bandera, como era Audi, no tardase en dar respuesta a esta tendencia ofreciendo una solución que superaba todas las expectativas de refinamiento y eficiencia. Si que resulta más curioso que el aterrizaje de su primer diesel de inyección directa, lo hiciese en la tercera generación del 100, cuando ya se avistaba en el horizonte la llegada de su reemplazo. Esta generación del 100, se había lanzado en 1982 y en el Salón de Frankfurt de 1990 se presentaba ya la cuarta generación del modelo con versiones TDi desde el inicio de su comercialización. El Audi 100 2.5 TDi, no fue el primero, ni el único en ofrecer un motor diésel de inyección directa. La inyección directa en motores alimentados por gasóleo llevaba ya tiempo empleándose en motores estáticos o en vehículos industriales, en los que los problemas que generaba esta tecnología (arranque, ruido, vibraciones…) daban un poco lo mismo. Pero en lo que sí fue pionero Audi, fue en incorporar esta tecnología en un coche de alta gama y conseguir que un motor que, sobre el papel, tenía que resultar un tormento para los ocupantes, hiciese del Audi 100 un insaciable devorador de kilómetros, con un elevadísimo nivel de confort y una economía de funcionamiento desconocida en ese nivel de coche. Con este exigente objetivo, no es de extrañar que los ingenieros del grupo tomasen como punto de partida un motor de cinco cilindros. Una configuración empleada con profusión en el grupo Volkswagen y con el que se conseguían elevados niveles de suavidad de funcionamiento y respuesta a bajo régimen. Esta generación del 100 ya aportaba muchos de los ingredientes que Audi empezaba a manejar con soltura: ligereza, seguridad, buena aerodinámica, suavidad de funcionamiento. Es por esto que el modelo ya tenía afianzada una excelente reput*ción entre las berlinas de alto nivel. Se comercializó en los Estados Unidos con el nombre de Audi 5000 y se montó en china durante muchos años para suministrar a sus mandatarios de coches oficiales como Hongqi. FUENTE: https://periodismodelmotor.com/prueba-audi-100-2-5-tdi-c3/371386/