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No hay que ser tan bestia.

Yo intentaría recuperarlo para que repare el daño haciendo alguna labor social.

Por ejemplo, que haga de cobaya para experimentación genética, incubación de enfermedades raras, experimentación con medicinas etc... así salvaríamos unos cuantos de esos ratoncitos blancos que son mucho pero que mucho más valiosos que este ¿animal?. Por ejemplo se le rompen las piernas y se estudia a ver cuánto tardan en soldar los huesos sin ponerle escayolas, o se le cortan las orejas a ver si crecen solas otra vez como lo hacen los rabos de las lagartijas, o se le sacan los ojos y se cambian de lado a ver si ve igual o torcido... este tipo de cosillas.

 

Pero sin dejar que muera, eh? que eso es lo facil.

 

 

TORTURAS MEDIEVALES

 

LA RUEDA: Convertía al preso, completamente inmovilizado, en verdadero material de trabajo, para que el verdugo fuera descoyuntándole o arrancándole miembros a voluntad. Era uno de los suplicios más horrendos de la Edad Media. El condenado, desnu**, era estirado boca arriba en el suelo, o en el patíbulo, con los miembros extendidos al máximo y atados a estacas o anillas de hierro. Bajo las muñecas, codos, rodillas y caderas se colocaban trozos de madera. El verdugo asestaba golpes violentos a la rueda, machacaba todos los huesos y articulaciones, intentando no dar golpes fatales. Despúes era desatado e introducido entre los radios de la gran rueda horizontal al extremo de un poste que después se alzaba. Los cuervos y otros animales arrancaban tiras de carne y vaciaban las cuencas de los ojos de la víctima, hasta que a ésta le llegaba la muerte.

 

EL TORMENTO DE LA RATA: Sobresalía por su refinamiento. Consistía en colocar una rata sobre el abdómen del torturado, encerrada en un jaula abierta por abajo, mientras los verdugos la hacían rabiar con palos ardiendo, de forma que el animal tenía que buscar una salida y a mordiscos abría un túnel en las tripas del condenado, llegando, a veces, a salir por otro lado del cuerpo.

 

-LAS GARRAS DE GATO: Consistía en arrancar al prisionero la carne a tiras, llegándola a arrancar de los huesos. Eran utilizadas como un rastrillo.

 

 

Para empezar creo que cualquiera de estas tres estaria bien :thumbsup:

Editado por GringoSB

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No hay que ser tan bestia.

Yo intentaría recuperarlo para que repare el daño haciendo alguna labor social.

Por ejemplo, que haga de cobaya para experimentación genética, incubación de enfermedades raras, experimentación con medicinas etc... así salvaríamos unos cuantos de esos ratoncitos blancos que son mucho pero que mucho más valiosos que este ¿animal?. Por ejemplo se le rompen las piernas y se estudia a ver cuánto tardan en soldar los huesos sin ponerle escayolas, o se le cortan las orejas a ver si crecen solas otra vez como lo hacen los rabos de las lagartijas, o se le sacan los ojos y se cambian de lado a ver si ve igual o torcido... este tipo de cosillas.

 

Pero sin dejar que muera, eh? que eso es lo facil.

 

 

TORTURAS MEDIEVALES

 

LA RUEDA: Convertía al preso, completamente inmovilizado, en verdadero material de trabajo, para que el verdugo fuera descoyuntándole o arrancándole miembros a voluntad. Era uno de los suplicios más horrendos de la Edad Media. El condenado, desnu**, era estirado boca arriba en el suelo, o en el patíbulo, con los miembros extendidos al máximo y atados a estacas o anillas de hierro. Bajo las muñecas, codos, rodillas y caderas se colocaban trozos de madera. El verdugo asestaba golpes violentos a la rueda, machacaba todos los huesos y articulaciones, intentando no dar golpes fatales. Despúes era desatado e introducido entre los radios de la gran rueda horizontal al extremo de un poste que después se alzaba. Los cuervos y otros animales arrancaban tiras de carne y vaciaban las cuencas de los ojos de la víctima, hasta que a ésta le llegaba la muerte.

 

EL TORMENTO DE LA RATA: Sobresalía por su refinamiento. Consistía en colocar una rata sobre el abdómen del torturado, encerrada en un jaula abierta por abajo, mientras los verdugos la hacían rabiar con palos ardiendo, de forma que el animal tenía que buscar una salida y a mordiscos abría un túnel en las tripas del condenado, llegando, a veces, a salir por otro lado del cuerpo.

 

-LAS GARRAS DE GATO: Consistía en arrancar al prisionero la carne a tiras, llegándola a arrancar de los huesos. Eran utilizadas como un rastrillo.

 

 

Para empezar creo que cualquiera de estas tres estaria bien :kss1:

 

 

creo que para empezar las tres juntas estarian bien :innocent::thumbsup::flwrs::p

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No seais tan crueles. No se puede aplicar la Ley del Talion.

 

Mejor cadena perpetua

 

En una carcel de gays ninfòmanas y dejarle la celda abierta dia y noche sin vigilancia.

 

Increible

 

Yo he vivido en Austria y la gente es un poco rara pero ultimamente me sorprendo mas de ese pais con los casos que va saliendo a la luz.

 

 

 

 

s2

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Mirar, nadie normal es capaz de hacer daño a un hijo, menos a un hijo y sus nietos y vivir con ello.

 

Con esto quiero decir que me parece más deleznable un atentado terrorista o una guerra, y no defiendo esto ( que ya os veo a alguno) digo que me parece mejor aplicar la pena de muerte a alguien que ejecuta a inocentes por salirse con la suya a alguien que tiene que estar muy mal de la cabeza para hacer daño a un hijo y más de esa manera.

 

Creo que con encerrarlo de por vida aislado del mundo en un loquero sobra, alguien que tiene la cabeza así ni entendería el motivo de una pena de carcel ni le importaría una pena de muerte, así como es posible que ni sufra quitándole la piel a tiras, es un enfermo mental de un grado insospechable y deja ver que vivimos en una sociedad que empieza a apestar.

 

Lo que me parece lamentable es que un político pueda decidir la vida de miles de personas o que un terrorista pueda matar inocentes y sea un hombre de paz, este caso es de un hombre con la cabeza toltalmente trastornada al que hay que imp***er una pena por justicia, pero no más que el que es capaz de violar a mujeres en guerra o aniquilar niños.

 

¿Y los vecinos y familiares directos? ¿qué me decís? ¿de verdad que nadie sospechaba nada? osea, que mi mujer mete en el sotano a mi hijo, lo viola, tiene hijos con él ( siete na menos) y yo no me entero, los vecinos no se enteran, ni mis padres, ni los suyos, nadie, todo normal, un día se fué a un secta y me va dejando los niños en el jardín...ya... menudo jardín.

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LMUNDO.ES | AGENCIAS

 

MADRID | AMSTETTEN.- "Deberían castrarle y ahorcarle en la plaza mayor", dice indignado uno de los vecinos de las tranquila ciudad de Amstetten. Muchos no pueden contener la rabia: ¿Cómo es posible que un hombre confiese haber engañado durante 24 años a toda su familia sobre dónde se encontraba su hija?, se preguntan ciudadanos y autoridades.

 

Dos días después de que finalizara el calvario de Elisabeth Fritzl y sus tres hijos, Austria sigue conmocionada por el caso sin precedentes de la localidad de Amstetten. Decenas de personas y numerosos periodistas se acercan a la gris casa de la calle Ypps, en cuyo sótano Elisabeth sufrió durante 24 años los abusos s..uales de su padre, Josef Fritzl. Tres de los siete hijos nacidos del incesto pasaron toda su vida con ella sin ver la luz del sol.

 

"Horrible, no me lo puedo creer. ¡Pero si esta es una ciudad exageradamente tranquila!" afirma Fátima, brasileña residente en Amstetten desde hace 13 años, según informa Carlos Álvaro, enviado especial a la pequeña ciudad austríaca.

 

"Jamás hemos notado nada", cuentan los vecinos. ¿No les llamó la atención que Josef Fritzl durante casi 20 años comprara una y otra vez pañales y comida para los bebés ocultos en el sótano? El hombre, que hoy tiene 73 años, es descrito sobre todo como un "despótico patriarca" que prohibió a su familia acercarse al sótano. Al parecer, ninguno sospechó nada, pero los psicólogos dudan de que la esposa, de 69 años, y los seis hermanos de Elisabeth "no se enteraran".

 

Incluso el jefe de la policía criminal de la región de Baja Austria, Franz Polzer, no parece creerse esas afirmaciones. "Me falta imaginación para creer que la mujer que ha pasado toda su vida con él no se enterara de nada", dijo ante los medios. Los psicólogos hablan en estos casos de una "combinación de secretos familiares, negación y represión".

 

Las autoridades de la pequeña localidad de Amstetten también se sienten libres de toda culpa. "No tenemos nada que reprocharnos", opina Hans Lenze, alto funcionario de la ciudad. Josef Fritzl, a quien el psicólogo Cornel Binder-Kriegelstein achaca una "personalidad insegura unida a una fuerte energía criminal", engañó "a todos".

 

Así, el jubilado hizo creer a las autoridades que su hija presuntamente desaparecida Elisabeth, hoy de 42 años, había dejado tres de sus siete retoños ante la puerta de la casa familiar.

 

En los tres casos, Josef Fritzl aportó cartas escritas por su hija de su puño y letra en las que ésta se disculpaba por no poder criarlos. Grafólogos estatales han comprobado que las cartas son auténticas, la letra no fue falsificada. Parece claro que la mujer se vio forzada a escribirlas.

 

Tampoco se entiende que las autoridades permitieran sin problemas a Josef Fritzl y a su mujer, Rosemarie, adjudicarse la custodia de los tres niños. Se dieron por satisfechos con las declaraciones del padre y aceptaron las cartas escritas a mano como prueba fehaciente.

 

Creyeron ingenuamente que la hija supuestamente "desaparecida" había dejado los tres bebés ante la puerta de la casa de los abuelos. "Si hubiéramos tenido la menor oportunidad de intervenir, lo habríamos hecho", asegura Lenze. En cualquier caso, la mujer del confeso culpable crió a los tres expósitos "claramente con todo el cariño".

 

Sin embargo, sorprende que al final Josef Fritzl cayera en su propia red de mentiras y trampas. Cuando hace aproximadamente una semana su hija Kerstin, de 19 años, se desmayó en el sótano, Elisabeth lo convenció de que debía ir al hospital. Fritzl llevó a la joven a su casa y llamó al médico de urgencias. Nuevamente, Elisabeth confesaba en una carta que "desgraciadamente no se podía ocupar de su hija". Los médicos de

 

la unidad de cuidados intensivos de Amstetten quedaron desconcertados y dieron la señal de alarma. Elisabeth escuchó la llamada de socorro: sólo ella podía explicarles por qué su hija está enferma.

 

Por motivos inexplicables, Josef Fritzl se deja nuevamente convencer y se dirige con Elisabeth al hospital donde Kerstin lucha por sobrevivir. La madre narra su largo calvario a las autoridades y la montaña de mentiras de Josef Fritzl cae por su propio peso. Entonces, éste libera voluntariamente a sus otros dos hijos ocultos en el sótano y le dice a su esposa: "Nuestra hija ha regresado".

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