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Menos muertos en la carretera


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MADRID (AFP) - Ocho personas murieron y diez resultaron heridas en los siete accidentes con víctimas fatales registrados en las carreteras durante el fin de semana, informó este lunes la Dirección General de Tráfico. Es la menor cantidad de muertos desde que en 1964 comenzó a registrarse la siniestralidad vial.

 

En el mismo fin de semana de 2007 (entre las 3 de la tarde del viernes y el domingo a medianoche), fallecieron 32 personas. Esta vez, todos los accidentes se produjeron el sábado y, de los diez heridos, ocho lo fueron de gravedad.

 

Es el segundo fin de semana menos trágico de la historia, tras el de los pasados 5, 6 y 7 de septiembre, cuando murieron nueve personas. En lo que va de año, en las carreteras españolas han fallecido 1.640 personas en accidentes de tráfico, 437 menos que en idéntico lapso de 2007, lo que supone un descenso del 21%.

 

 

 

 

 

 

Siento ir en contra de este sentir general de que la DGT es un organismo recaudador, o que los radares están para jod**nos. Los españoles estamos todavía lejos de gozar de los índices de seguridad en carretera de otros países como Reino Unido o Alemania, pero no es porque tengamos peores carreteras, como suele pensasrse. Un día escuché decir a alguien, cuyo nombre no recuerdo, que es un placer conducir por España a bordo de un Aston Martin, y esta opinión choca frontalmente con nuestra puñetera tesis de que las carreteras españolas están en malas condiciones, o cualquier otra teoría peregrina en virtud de la cual los accidentes se nos multiplican.

 

Pues os diré. Llevo dos décadas conduciendo, y he podido ver cómo nuestras vías y coches iban mejorando poco a poco. Recuerdo la maldita nacional, la que cruzaba mi pueblo, en la que era raro no ver un accidente cualquier semana, cualquier día. No hay duda de que el estado de la carretera contribuía a que se produjeran esos accidentes, pero también es verdad que hay leyes en la naturaleza, como la gravedad, la inercia y la fuerza centrífuga, que hay que conocerlas y respetarlas, por el simple hecho de que un coche no es un medio de transporte mágico, y que está sometido a esas leyes, aquí y en Somalia.

 

A la salida del pueblo cordobés de La Coronada, a unos trescientos metros dirección Córdoba, había una curva maldita que era posiblemente el punto negro más importante de España, allá por los años 90. Dicha curva aparenta ser muy suave, pero es debido a un efecto óptico, y cuando estás en medio de ella maldices tu suerte porque si no das el volantazo te sales seguro. Yo pude comprobarlo una noche. Llovía a manta, y cruzaba la avenida del pueblo, cuando un 309 me adelantó. Pensé que iba demasiado deprisa, y por esa misma razón observé su rastro para comprobar, con cierto morbo, cómo se enfrentaba a la famosa curva. En efecto, el coche ni siquiera tuvo tiempo de corregir la trayectoria, y vi, en vivo y en directo, cómo volaba por encima del asfalto para empotrarse con un talud. El chico tuvo suerte y se libró de heridas, pero el coche lo hizo migas.

 

Pensar que no nos va a pasar nada porque viajemos a través de una autovía es de bobos. Un simple pinchazo en una rueda nos puede matar, más si vamos a 150 en vez de a 120. Pero no sé qué inspiración divina nos hace correr más para rebasar todos los límites, que no se han puesto para jod** a nadie, sino para mantener razonablemente seguro el tráfico dentro de unos márgenes.

 

Simplemente, es educación vial, una cosa que es muy rudimentaria en este país. Menos mal que a base de multas, radares y guardias comenzamos a tener conciencia de lo que llevamos entre las manos, que es bastante gordo.

 

Perdonadme que sea tan capullo, pero seguro que yo tendré menos accidentes que la media. De hecho, jamás he tenido nada grave. ¿No es algo de lo que pueda presumir?

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Yo me di una buena hace ya unos cuantos años, y desde aquel día soy bastante más prudente a la hora de coger el coche.

 

Sin embargo, no acabo de ver con buenos ojos el trabajo que está haciendo la DGT, que parece que tiene a los conductores como la gallina de los huevos de oro. Si el dinero que recaudan con los radares y las multas lo utilizasen para mejorar las infraestructuras y se aplicase una buena formación en las autroescuelas, probablemente el número de accidentes aun bajaría más.

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