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Publicado (editado)

Charles Fort, durante años se dedicó obstinadamente a reunir miles de datos donde cuenta de extrañas lluvias caídas en distintos sitios del planeta. Consiguió reunir más de 60 mil notas - todas extraídas de revistas y diarios muy renombrados - que daban cuenta de esas raras lluvias.

 

En el archivo de Fort hay comprobadas lluvias de peces sobre Londres y otras ciudades, lluvias rojas, negras y amarillas, lluvia de ranas caída de enormes bloques de hielo (¡algunos del tamaño de un elefante!), lluvias de carne, de trozos de algodón, de lodo, de arena, y también de... sangre.

 

" En el año 1800, en Seringapatam, en la India, se registraron (según la revista Nature del 1° de noviembre, anota Fort) una sucesión de lluvias de granizo. Durante una de ellas se encontraron dos piezas de hielo que tenían el tamaño de un elefante pequeño. Ese mismo año, informes del Instituto Smithsoniano revelan que en los EE.UU cayeron piedras de hielo de 2 y 3 kg. de peso".

 

" El 27 de febrero de 1877 en Penchloch, Alemania, cayó una espesa lluvia amarilla, color oro, cuya materia tenía 3 formas distintas: semejaban una flecha, un grano de café y un disco. No se encontraron trazas de polen y la sustancia despedía un fuerte olor animal. El análisis químico reveló la presencia de nitrógeno y amoníaco. Charles Fort - en su obra "El libro de los condenados" al hablar de esta lluvia - dice: "Tal vez fueran símbolos jeroglíficos de alguien que intentaba decirnos algo".

 

" El 14 de febrero de 1870, cayó en Génova, Italia según el profesor Beccardo, director del instituto Genovés de Física, citado por Fort, una sustancia amarilla que cubrió las calles, al punto de que era difícil caminar. Según se estimó, la cantidad de esta materia amarilla que cubrió Génova era de aproximadamente 100 mil toneladas".

 

" El 30 de abril de 1887 se produjo una lluvia densa, ardiente, negra y pestilente. El mismo fenómeno se repitió el 9 de octubre de 1907 y el 2 de marzo de 1908. La "explicación" fue que se trataba de polvo de carbón que habría flotado en el aire desde las minas de Gales. Pero una lluvia similar se registró el 20 de enero de 1911 en Suiza y otra en el cabo de Buena Esperanza, el 5 de febrero de 1912. Según el reverendo James Rust una lluvia negra cayó en Slains, Escocia, el 14 de enero. Otra en Carluke, a 250 km. de Slains, el 1 de mayo. Y otros dos en este sitio el 20 de mayo de 1862 y el 21 de octubre de 1863. El informe químico identificó esta sustancia no como un producto volcánico o ceniza, sino como escoria de fundición". "Resulta imposible - dice Fort - imaginar que un producto artificial como es la escoria de hierro haya podido caer en tan grandes cantidades y en sitios tan distintos". Y agrega un dato sorprendente: El 9 de noviembre de 1819 cayó una lluvia negra de escoria de metal sobre una vasta zona de Canadá. Esta lluvia fue acompañada de una sacudida sísmica y de una intensa oscuridad aunque era pleno día.

 

No sólo caen - según Fort - diversos colores desde el cielo. En ciertos momentos de la historia, y en los más variados lugares, se produjo la precipitación de sustancias realmente increíbles.

 

" El 13 de agosto de 1819 en la ciudad de Amherst, en Massachusetts, un objeto misterioso, recubierto de una pelusilla como la que se encuentra en la fábrica de paños, se abatió contra el suelo. Separada la pelusa apareció una sustancia pulposa de color amarillento que despidiendo un olor muy nauseabundo, se volvió de color rojo vivo por el simple contacto con el aire".

 

" En Londres, la tarde del 5 de mayo de 1848, cayó una lluvia extrañísima. Traducida textualmente la nota de Charles Fort dice la siguiente: "A las 5 de la tarde el cielo estaba apacible sobre la ciudad de Londres. De pronto sin previo aviso, comenzó a soplar un fuerte vendaval que hizo volar a toldos y sombreros. El sol se apagó y una oscuridad densa se desplomó sobre la ciudad. Apenas se podía ver a dos pasos. A partir de ese momento comenzó a caer desde la alto un copioso chubasco de agua y peces. Durante casi 1 hora cayeron miles y miles de pequeños peces de una 15 cm de largo, de color plateado y grandes aletas. Examinados por los expertos no pudieron ser reconocidos. Se enviaron muestras a todas las Universidades de Inglaterra y ninguna pudo decir de que especie eran esos peces. Finalmente, una comunicación llegada desde el Cairo y firmada por el decano de la facultad de ciencias naturales de esa ciudad informó que esos peces correspondían a una especie de agua dulce que prolifera en el mar de Galilea. No se pudo explicar cómo habían caído sobre Londres esos peces que los palestinos llaman Pez de San Pedro".

 

" En agosto de 1894 , miles de medusas , grandes como un chelín , fueron señaladas sobre la ciudad de Bath, en Inglaterra. En el mismo momento no lejos de ahí, en Wigan, cayó una lluvia de pequeñas ranitas."

 

" En una nota tomada de Comptes Rendus, Fort anota que la "sustancia negra caída en Entre Ríos, Argentina, el 30 de junio de 1880 recuerda a ciertas formas de lignito". Es de color negro verdusco, similar a otras que se precipitaron en Francia (1868), Australia (1861), India (1867) y Portugal (1902).

 

Tras la muerte de Charles Fort las lluvias acontecidas fueron más insólitas que las que describió: Chaparrones de tela de araña mojando pueblos y ciudades, están desconcertando a meteorólogos del mundo entero, que no obtienen explicación a tan inusual y original fenómeno.

 

La caída más frecuente es la de trozos de hielo, que en algunas ocasiones pesan 45 kg. A estos le siguen las de ranas, peces y cangrejos, que parecen preferir ambientes fríos como los del norte de Gran Bretaña para caer.

 

Cabe señalar un suceso muy raro ocurrido un atardecer de verano de 1969: los ventanales de una hostería de los Alpes alemanes próxima a Oberstdorf fueron literalmente destrozados por una lluvia de monedas antiguas, en especial rupias, maravedíes y piastras. El violento chaparrón paleomonetario se repitió a la mañana siguiente, y atrajo a numerosos curiosos a la zona. La policía destacó en el lugar a 4 patrulleros y una unidad de perros especializados que rastrearon la zona sin encontrar pista alguna sobre el extraño ataque. Los dueños del establecimiento declararon que durante las 2 precipitaciones de monedas se oyeron voces en lenguas extrañas, que algunos huéspedes interpretaron como griego antiguo y otros como sánscrito.

 

Quiero hacer mención de un caso ocurrido en Argentina (Buenos Aires), hace más de 45 años - con exactitud no poseo la fecha - según testimonios de personas que presenciaron el fenómeno: "Una lluvia de ranas en estado de congelación - como dentro de cubitos de hielo - cayó sobre la Capital Federal. No sólo cayeron ranas sino también rosa y flores en el mismo estado de congelación que las ranas..."

 

Siguiendo un poco con más sucesos en el mundo: Durante 4 años, en la década de 1980, la población de Evans, Colorado (EE.UU), vio caer del cielo millones de granos de maíz , semilla que nadie cultivaba en 10 km. a la redonda. El fenómeno, aunque suene increíble, tuvo antecedentes documentados en Winchester, Inglaterra, y en otras partes del mundo.

 

Pero si consideramos a esta lluvia insólita... ¿qué podemos decir cuando son sapos, ranas y peces los involucrados? Como el caso ocurrido el 31 de marzo de 1977: Se desató una fuerte tormenta en Ohio, en los EE.UU. Luego de la misma, todos los jardines y espacios abiertos de la ciudad aparecieron cubiertos por sapos pequeños del tamaño de una uña.

 

En los primeros días de julio de 1979, la agencia soviética de noticias Tass - poco amiga de dar informes sensacionalistas - comunicó que una tormenta dejó caer millones de ranas sobre un poblado llamado Dargan-ata cerca del mar Aral. En este caso, la ciencia soviética intentó explicar el fenómeno argumentando que un remolino había succionado toda clase de objetos y animales de pequeño tamaño, llevándolos hasta las nubes.

 

Este tipo de relatos no es nuevo. Si nos remitimos a la Biblia, la descripción del Gran Exodo explica que el río "crió ranas", que entraron a todas las casas y subieron a las camas y a las mesas, cubrieron toda la tierra de Egipto, hasta el palacio del Faraón.

 

Tampoco hubo explicación para la lluvia conjunta de sapos y ranas el 30 de junio de 1892. La explicación de trombas que succionan los animales y los depositan a la distancia dejan sin responder cientos de preguntas, siendo la más evidente la relativa a la "selectividad" de los tornados, que parecen elegir sapos y no ranas, o al revés y, casi nunca ningún otro tipo de animal. Además, ¿de qué manera los anfibios transportados por el viento son depositados en las nubes, y desde allí, redistribuidos por la lluvia?

 

Hoy en día este increíble fenómeno no ha sido explicado. Si Fort viviera en esta época, gracias a los avances de la tecnología, lo que siempre muchos, no todos, tomaron como una leyenda o producto de la imaginación colectiva, ahora empezaría a ofrecer testimonios concretos, como fotografías y mayormente filmaciones. Esta prueba ante fenómenos de insólita naturaleza es más que contundente por lo general.

 

(Cuidado q no caiga un camión encima jejeje )

 

- Parece lo lógico y natural que de las nubes no pueda caer sino agua, ya sea en forma líquida, ya de nieve o de granizo. Pero lo cierto es que a lo largo de los siglos y en diversas zonas geográficas se han producido lluvias absurdas de judías y guisantes, de piedras, de carne, de sangre... de peces y de ranas, de gusanos, lagartijas y serpientes de cascabel. Y de extrañas sustancias fibrosas que se han llamado “cabello de ángel” o “cabello de la Virgen”, de cilindros metálicos, de grandes piezas metálicas o de materiales extraños...

 

- En Italia, se dice que en el año 180 llovió leche y trigo en gran cantidad.

 

- En el año 458, según Julius Obsequens, llovió en Italia también carne, en grandes y pequeños trozos, los cuales quedaron sobre el suelo durante mucho tiempo sin pudrirse y sin cambiar de color ni de olor.

 

- Dice Lycosthenes que en Sajonia se produjo una vez una lluvia de peces y que, en tiempos del emperador Ludovico, durante tres días y tres noches, llovió sangre.

 

- En el año 989, bajo el reinado del emperador Otón. Tercero de este nombre, dicen las crónicas que llovió trigo. Ese mismo año cayó nieve roja como sangre cerca de Venecia.

 

- En 1551 llovió otra vez sangre sobre los techos de Lisboa, los techos más dorados del mundo. Gheyselinck recuerda haber contemplado una lluvia de sangre en 1926, en el Norte de Italia. «No era otra cosa -nos dice muy seguro- que la precipitación de las lluvias, de polvo de hierro, color rojo pardo, traído por el viento desde el Norte de Africa. Pero las gentes sencillas creyeron ver en ello una advertencia celeste de futuras desgracias.» Sin embargo, hace ya más de un siglo que se logró demostrar, por ejemplo, que este raro fenómeno de la lluvia colorada no tenía nada que ver con dichas sangrientas contiendas, ya que no eran sino extrañas precipitaciones de semillas, precisamente de polen raramente coloreado por azufre y producidas bajo muy concretas y determinadas circunstancias barométricas y estacionales.

 

- En 1565, llovió gran cantidad de sangre en el obispado de Dole. Igualmente ocurrió en el mismo año, en el mes de junio, en Inglaterra.

 

- Relatos contemporáneos hablan de un chaparrón en Bergen, en 1578, de ratones amarillos.

 

- En 1873 cayeron grandes piedras de granizo... “lentamente” cerca de Clermont-ferrand.

 

- En Iowa, en junio de 1882, durante una tormenta de nieve, cayeron bloques de hielo que contenían pequeñas ranas.

 

- En 1890 cayó una lluvia roja sobre Terranova.

 

- En Birmingham, en junio de 1892 cayeron pequeños sapos, en su mayoría ¡de color blanco!

 

- Aquel mismo año llovieron miles de mejillones en Paderborn.

 

- Una lluvia de carne y sangre se produjo sobre Sao Paulo en 1968.

 

- Y en este mismo año, hubo en la isla indonesia de Lambock una lluvia de ratas, sobre las tierras de arroz. ¡Caían en grupos de siete, dirigidas, al parecer, por una enorme rata blanca!

 

- Cientos de patos muertos inundaron las calles en Maryland, en julio de 1969.

 

- En 1980 llovieron cascadas de ranas sobre Atenas. Y en 1988 llovieron igualmente ranas en el pueblo de Frías de Albarracín (Teruel). Después de una fuerte tormenta, las calles de la localidad se vieron.invadidas durante dos días por pequeños batracios pardos. Se recuerda en el lugar que bastantes años antes llovieron también ranas, pero entonces cayeron congeladas con el granizo.

El 16 de febrero de 1861, un violento sismo sacudió la isla de Singapur.

Durante los seis días siguientes llovió de forma torrencial. En la mañana del 22, después de un último y furioso chaparrón, paró de llover.

A las 10 de la mañana salió el sol y desde mi ventana vi gran número de malayos y chinos llenando cestos de peces que recogían en los charcos de agua que cubrían el terreno. Cuando pregunté por el origen de los peces, respondieron que habían caído del cielo.

Tres días después, cuando los charcos se secaron, encontramos muchos peces muertos.

(Relatado por Francois de Castelnau, un naturalista francés que se encontraba en la isla)

 

El doctor A.D. Bajkov, marino y científico norteamericano, tuvo más suerte.

El 23 de octubre de 1947 estaba desayunando con su esposa en un café de Marksville (Louisiana. Estados Unidos), cuando poco después de un chaparrón notó que había peces tirados en la calle: "peces sol, pececillos de ojos grandes y róbalos negros de hasta 23 cm de longitud".

Se encontraron más peces en los techos, fríos y muertos, pero aptos para el consumo.

 

 

 

El señor Joan Ribet, labrador originario de Montgat (Barcelona), afirma haber presenciado en su juventud un insólito chaparrón que se abatió sobre la localidad de Granollers: además de peces, cayeron otras clases de animales (ranas, insectos, etc.), y el suelo quedó cubierto por una capa de barro de unos 30 cm de espesor.

"Entonces -dice el señor Ribet- se comentó que una tromba había absorbido agua de algún pantano y la había soltado sobre Granollers. Pero realmente fue un hecho muy extraño.»

 

En 1979 un periodista británico reunió información sobre un fenómeno análogo acaecido en Mountain Ash, Gales, el 9 de febrero de 1859. Por lo visto, John Lewis, que estaba trabajando en un aserradero, quedó atónito cuando hacia las 11 de la mañana fue golpeado por pequeños objetos que caían del cielo. Uno de los objetos se coló por el cuello de su camisa.

 

Cuando metí la mano me quedé sorprendido al descubrir que era un pececito.

El suelo también estaba cubierto de ellos. Me quité el sombrero; el ala estaba llena de peces. Saltaban por todas partes... Mis compañeros y yo podríamos haber llenado cubos de ellos...

 

En un caso ocurrido en Kent, en 1966, se dijo que los peces cayeron en un campo determinado y no en ninguno de los contiguos. La mayor parte de las lluvias, de hecho, parecen seguir esta pauta. Quizá el ejemplo más extremo de estas ordenadas lluvias de peces tuvo lugar al sur de Calcuta, el 20 de septiembre de 1839. Un testigo presencial dijo: Lo que más extraño me pareció fue que los peces no caían al azar... sino en línea recta, de no más de un cúbito (medida antigua, derivada de la longitud del antebrazo) de ancho.

 

Quizás sea aún más extraordinario el caso de Essen, Alemania, en 1896, donde una carpa cayó del cielo durante una tormenta, metida en un bloque de hielo. En este caso, el pez tuvo que haber sido mantenido en lo alto por corrientes de aire verticales el tiempo suficiente para transformarse en el núcleo de una enorme piedra de granizo.

 

En Feridpoor, India, por ejemplo, en 1830 cayeron dos especies de peces, una más grande y pesada que la otra. Del mismo modo, peces cuya longitud oscilaba entre los 15 y los 30 cm cayeron en varios jardines de Ess.., el 12 de agosto de 1968, según informaron los periódicos del día siguiente.

 

Una de las explicaciones más plausibles es que son causadas por tornados, trombas marinas o torbellinos, que levantan hasta las nubes el agua del mar con sus correspondientes peces y los sueltan sobre tierra firme.

En las lluvias de otros animales e insectos existe la tendencia a que caiga una sola especie cada vez. Pero las pruebas disponibles acerca de las lluvias de peces muestran que pueden ser divididas en grupos más o menos iguales, entre lluvias de una sola especie y lluvias mixtas.

En una sola lluvia se han identificado hasta seis especies diferentes, reforzando la idea de que el fenómeno es causado por trombas que absorben agua al azar en mares y lagos.

Extrañas formaciones de larvas cayeron en una tormenta de nieve. (Silesia, Enero, 1804)

 

Nube que apreció en un día claro, dejando caer algunos pequeños sapos (Tolousse, agosto, 1804)

 

Grandes insectos negros cayeron en una tormenta de nieve (Pakrroff, Diciembre, 1827)

 

Mosquitos y pulgas cayeron en una fuerte tormenta de nieve (Oremburg, Diciembre, 1830)

 

Después de una lluvia torrencial, peces muertos y secos fueron encontrados en las calles (Futlepoor, Mayo, 1833)

 

M. Mauday, director del Museo de Historia natural de Poitiers, vio algunos sapos caer con una fuerte lluvia (Versailles, Junio, 1833)

 

 

 

Después de una tormenta de truenos, algunos lagartos grises fueron encontrados en las calles (Montreal, Diciembre, 1857)

 

Después de una tormenta de truenos, fueron encontradas ranas empotradas en las piedras (Pontiac, Julio, 1864)

 

Después de la caída de un meteorito, se encontraron algunos peces muertos cerca del lugar (Perú, Febrero, 1871)

 

Después de una lluvia torrencial, fueron encontradas percas en las calles, pero no se encontraron ni en los tejados, ni en las cisternas. (Charleville, Noviembre, 1947)

 

 

 

Cientos de patos muertos inundaron las calles. Los periodistas dijeron que los pájaros sufrieron daños antes que se golpearan en el suelo (Maryland, Julio, 1969)

 

Dentro de bloques de hielo, cayeron patos (Mar del Norte; Marzo, 1974)

 

Una "bomba de hielo" de 22 kilos cayó en una tormenta (Fulham, Enero, 1975)

 

Un gran bloque de hielo cayó sobre un coche y desde esa fecha se repitió este hecho en diferentes partes de la Península Ibérica (Tocina, Enero, 2000)

Desde tiempos bíblicos se ha relatado que del cielo caían insectos, incluso uno de ellos con plagas.. Yo recuerdo, que en San Fernando, sobre 1984, estaba viendo Un, Dos ,Tres cuando lo presentaba Maria Gómez Kemp (no recuerdo ) y cayó un fuerte chubasco con granizo, pero además de eso, cuando escampó se vió que cayó millones de mosquitos grandes (como si fueran trasnportada desde Norte de África en una masa nubosa) cuando escampó y salió la luna que estaba llena, estaba plagado de mosquitos con una calma impresionante (y eso era en Ivierno)

Y muchos entendidos del tema se pregutan esto: ¿Fue un fenómeno semejante a éste el descrito en el Éxodo bíblico, presentado como una más de las muchas plagas que se abatieron sobre los egipcios?

 

 

 

El 21 de octubre de 1638, una fuerte tormenta estalló sobre la aldea inglesa de Widecombe-in-the-Moor, en el Devon, y una bola de fuego penetró en la iglesia. Destrozó el campanario y gran parte del edificio y causó heridas a 62 personas y la muerte de 4. Dicen las crónicas de la época que se extendió por el templo una espantosa fetidez que hizo pensar en la intervención del mismo Satanás. Muchos años antes de que esto sucediera, el 15 de octubre de 1090, el campanario de una iglesia de Winchcomb, Gloucestershire, fue golpeado por una bola de fuego que abrió en el muro un orificio grande como un hombre. Destrozó la cabeza y la pierna derecha de un Cristo crucificado. Siguió a esto una espantosa pestilencia, y así lo dejó escrito el historiador William de Malmesbury en sus Crónicas de los reyes de Inglaterra.

 

 

 

Más extraordinario sería lo sucedido el 10 de enero de 1877 en Memphis, Tennessee, que mereció una nota de la revista Scientific American del siguiente mes. Cayeron del cielo miles de serpientes cuya longitud oscilaba entre los 30 y los 45 centímetros. Charles Fort declaró que solamente supo de cuatro casos semejantes, frente a los 294 conocidos de ranas y peces. Por fortuna, las serpientes de Memphis no eran venenosas.

 

Informó el Buffalo Sunday Courier del 13 de enero de 1878: unos días antes cayó sobre Lockport, en el estado de Nueva York, una lluvia de lombrices, después de una nevada copiosa. Eran miles las lombrices y desaparecieron a los pocos minutos. Seguramente, se metieron bajo tierra, porque seguían con vida.

 

 

 

El New York Times del 2 de septiembre de 1878 informó sobre la lluvia de peces que cayó en Chico, California, en un día claro. Arthur Porter, que vivía en Lismore Showgronds, suburbio de Sydney, en Australia, descubrió el jueves 31 de enero de 1973 que la víspera llovieron unos 200 peces sobre su casa, largos de 15 centímetros. Estaban aún con vida unos y golpeados otros, como si hubieran caído desde muy alto.

 

 

 

En el 70 aniversario del viajero, Peter Mundy (explorador), escribió en una visita a Weymouth, Massachussetts en 1635:

"Cuando venía hacia la ladera de Weymouth, hallé sobre la hierba multitud de pequeñas de coonchas de caracoles de forma de cono. La gente decía ellos vieron caer fuera de Ayre, además caía sobre sus sumbreros cuando andaba por el campo. Lo más parecido a esto, son la lluvia de pequeñas ranas en la Isla de Jersey"

 

 

 

El 3 de septiembre de 1969 cayeron del cielo numerosas pelotas de golf sobre Punta Gorda, Florida, y estuvieron rebotando por las calles. El teniente Clarence Walter, de la policía local, investigó en el Club de Golf. Nada obtuvo en claro, fuera de enterarse de que también llovieron pelotas de golf en diversos puntos de la región. Esta curiosa lluvia no se compara con otra que cayó, en julio de 1984, en el jardín de una casa de Lakewood, California. Sólo cayó un objeto, de 10 kilogramos de peso, lanzando un agudo silbido, y fue a abrir un cráter de 1,20 metros de profundidad en el jardín de la casa de Fred Simmons. Se creyó que lo habían dejado caer desde un avión, pero no fue así. El objeto era un cohete que fue lanzado al espacio después de la II Guerra Mundial. Cómo tardó tantos años en alcanzar el suelo, fue este fenómeno un misterio que nadie supo explicar.

 

Siendo las 6 de la mañana del 11 de julio de 1979, un ruido ensordecedor despertó a los vecinos de Sioux Falls, Dakota del Sur. Creyeron que se trataba de los restos de un satélite artificial caído a tierra. Estaban en un error. Era una bola de color naranja, de 8 kilogramos, semejante a las que sirven para jugar a los bolos. El objeto no procedía de ningún satélite artificial ni de ningún avión.

 

Unos niños que jugaban en el rancho Hislop, en Grove City, Ohio, acababan de abandonar la casa, el 4 de marzo de 1983, cuando cayó del cielo un objeto. Era un pedazo de bronce con incrustaciones de carbono, de kilo y medio de peso y 15 centímetros. Los muchachos fueron a tocarlo. Estaba quemando. También en este caso se confirmó que ningún avión lo había dejado caer.

 

Esto sucedió en cerca de 2:30 P.M. de mayo el 3 de 2004.

"Mi hija y yo nos sentábamos afuera por la piscina en nuestra casa de verano en la playa de Júpiter, Florida, cuando comenzó a precipitar, que es común en la Florida por las tardes debido a la humedad. Miraba hacia fuera a través de la ventana de la cocina y vi estos pequeños insectos finos, negros, extraños del palillo uno por uno que aterrizaban en la tierra y que se movían y que se arrastraban. Llovió centenares sobre centenares de ellos en la piscina donde nadaban.

 

Curioso talayot

 

En otra exposición os pondré las explicaiones de expertos en el tema, como aquellos aeolitos, lluvia de sapos, insectos incluso de piedras...

 

------------------ Explicaciones científicas de estos hechos ------------------

 

 

Explicación clásica: TORBELLINOS Y TROMBAS MARINAS

 

La clásica explicación de la mayoría de las lluvias insólitas es que todo lo que cae fue antes absorbido por un torbellino o una tromba marina. Además de ser la explicación más lógica, la tesis del torbellino se basa en algunas pruebas de peso, fruto de la observación.

 

Vea espectacular torbellino de arena (la imagen es extensa)

 

Por la atmósfera circulan constantemente una gran variedad de pequeños organismos y restos vegetales y animales. En muestras de aire recogidas con aspiradores especialmente diseñados se han encontrado esporas de hongo , musgo, líquenes y algas , huevos de insecto, bacterias, escamas de alas, pelos y trozos de plumas.

 

 

 

Aunque para levantar del suelo esas pequeñas partículas no haga falta mucha energía, los grandes torbellinos, tornados y trombas marinas generan corrientes ascendentes de una fuerza enorme. En el embudo de un tornado los vientos pueden girar a velocidades de 270 a 480 kilómetros por hora y producir una presión de más de 135 kilos por cada 10 centímetros cuadrados sobre todo cuanto encuentren en su camino.

 

 

Por Marçal Trias (Metar)

 

Semejante fuerza es más que adecuada para algunas de las más impresionantes estadísticas sobre tornados. Por ejemplo, el 22 de abril de 1883, en Beuregard (Mississippi), un tornado se llevó volando a 275 metros el tornillo de 300 kilos de una prensa de algodón.

 

 

Lluvia de "sangre" en Provenza. Julio de 1608.

 

En Walterborough (Carolina del Sur), una viga de madera de 270 kilos fue arrastrada 400 metros por el tornado del 16 de abril de 1875, y un gallinero de 35 kilos más de 6 kilómetros. Y en el tornado del 4 de junio de 1877, en Mont Carmel (Illinois), la aguja de una iglesia fue llevada por los aires 25 kilómetros. La acción de las trombas marinas ha sido observada con menos frecuencia que las de los torbellinos, pero también han hecho cosas extraordinarias. Por ejemplo, en Christiansten (Noruega), el puerto fue una vez casi vaciado de ese modo, y, en menor escala se sabe de estanques que quedaron secos. Durante una tormenta en el lago Bassenthwaitre (Inglaterra) se vio como los peces eran lanzados a tierra. En la medida en que la energía generada por los torbellinos basta para levantar hasta el cielo lo que se ha visto cae de él, la explicación parece acertada, e indudablemente da cuenta de algunas lluvias insólitas. Sin embargo esta teoría suscita preguntas interesantes. Por ejemplo, ¿cómo se las arreglan torbellinos y trombas para ser tan selectivos? Las cosas que caen del cielo suelen estar perfectamente clasificadas: en un determinado chaparrón caen solo peces, o sólo ranas, o sólo piedras, y además sólo peces de cierta especie o ranas de cierta edad. Pero torbellinos y trombas barren cuanto encuentran a su paso.

 

 

 

¿Por qué entonces no hay lluvia de seres y despojos surtidos, por ejemplo barro y algas junto con los peces? Si damos por supuesto algún mecanismo de selección aéreo –por ejemplo, de acuerdo con el peso y la aerodinámica de los objetos--, sería de esperar que cayesen chaparrones variados –peces aquí, barro allí, algas más allá-- en la misma zona y más o menos al mismo tiempo; pero esto no sucede. ¿Cómo, entonces, sobreviven los peces y otras criaturas a los rigores del transporte por el torbellino? La teoría de los torbellinos y trombas exige creer, primero, que los peces, que a menudo caen vivos a considerable distancia de su aparente punto de origen, pueden sobrevivir por un período indefinidamente largo en la saturada atmósfera de una nube de lluvia. Segundo, que fuerzas lo bastante poderosas para sacar peces, ranas, sapos, anguilas y serpientes de su hábitat normal y lanzarlos al cielo no bastan para inferirles daños físicos, y que los repentinos cambios de temperatura y presión son igualmente inofensivos. Aunque tales teorías pueden apelar al sentido común, carecen de pruebas firmes que las apoyen. Queda por último la pregunta de cómo pueden los torbellinos cernerse sobre un lugar o regresar a él. Dado que la característica más permanente del viento es el movimiento, y el mover cuanto viaja en él, la teoría del torbellino no explica los numerosos casos en que las mismas cosas caen repetidamente en el mismo sitio, como si procediesen de algún lugar fijo del cielo.

 

 

 

En el umbral del segundo aniversario del fenómeno de las extrañas lluvias de piedras de hielo que azotó numerosos puntos de España en enero de 2000, una obra de recopilación documental sobre el tema saldrá a la luz subvencionada por la Fundación Anomalía.

 

 

 

“Hidroaerolitos: el enigma que cayó del cielo” será el título de la monografía que se está culminando bajo la dirección del ingeniero de telecomunicaciones Manuel Borraz, a quien se ha concedido la Beca “Universitas”, patrocinada por la Fundación, cuyo Patronato se reunió en Valencia del 1 al 4 de noviembre. De este modo, el misterio que impactó a muchos españoles y medios de comunicación, que motivó explicaciones esotéricas y que fue blanco de bromas y especulaciones, aspira a ser puesto en su contexto histórico real en esta próxima publicación.

 

Este controvertido episodio, que se reprodujo seguidamente en Italia y Holanda, tuvo en un principio la simple calificación periodística de bloques de hielo, pero en el seno de esta entidad sin afán de lucro se le otorgó la denominación de “hidroaerolitos”.

 

 

 

Manuel Borraz, que lidera este proyecto, anticipó que uno de los objetivos de esta obra colectiva será reflejar el estado actual de la cuestión acerca del origen o procedencia de esas masas de hielo que cayeron en gran número de localidades aisladas. Como es notorio, muchos de esos sucesos se demostraron fraudulentos. Si bien hubo expertos que vislumbraban la posibilidad de que tuvieran un origen meteorológico ordinario como el granizo o bien se debiera a la producción de hielo en los aviones, este fenómeno logró interesar a la comunidad científica en la que hubo un intenso debate, todavía no resuelto, materializado en la creación de un comité de investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Editado por Estornino

Publicado

eso de las ranas! lo e oido, y dicen que son trombas de agua o tornados que se mantienen en el interior del tornado, y cuando se deshace caen al suelo..

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