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Publicado

10 Agosto 2016

 

 

 

La Citroën 2CV Furgoneta con alma de Ferrari F355 cabalga de nuevo

 

 

 

Los más ancianos del lugar recordarán aquella mágica fusión entre un Citroën 2CV y un Ferrari F355 que conocimos en 2009, el 2CV Nimik. Cuerpo de Citroën 2CV Furgoneta, motor y chasis de Ferrari F355. El resultado, un locurón para cualquier vendedor de pescado: 2,76 kg/CV, teniendo en cuenta que el motor entrega un máximo de 380 CV y el bicho tiene una contenida masa de 1.050 kg.

 

 

 

 

Habíamos perdido de vista el resultado de aquellas 1.500 horas de trabajo por parte de los italianos de Nimik. Por perder, hasta habíamos perdido los vídeos que teníamos de la furgoneta roja más furgonetablanca™ que se haya visto jamás. Ah, pero los de Nimik han estado estos días paseando a su criatura por la zona del lago Como, en la Lombardía, y eso nos ha permitido rescatar uno de los artilugios rodantes más descerebrados que se recuerdan, en vídeo:

 

 

 

2CV Ferrari 355 by Nimik with Capristo exhaust

 

 

 

Los padres de ella

 

De un 2CV y un cavallino nació este equino. #BadumTSSS

Por dar un poco de contexto, la marca del doble chevrón comercializó varias versiones de la Citroën 2CV Furgoneta. Arrancó con la versión AU (1951-1956), que montaba un motor de 375 cc. La AZU250 (1954-1978), equipada con un propulsor de 425 cc, fue la más longeva, y se vendió en paralelo con la versión AK350 (1963-1970), que aportó un espacio de carga mayor y venía con paneles lisos, aptos para vestir la furgoneta con los carteles de la empresa que la utilizara.

 

 

 

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La AK400 (1970-1978) le tomó el relevo con una caja aún mayor, y finalmente la AYU (1978-1987) cerró el ciclo con la Citroën Dyane 6-400 o Citroën Acadiane, el derivado de la popular berlina Citroën Dyane 6 que ha llegado hasta nuestros días y que vemos sobre estas líneas.

 

 

 

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Por su parte, el Ferrari F355 (1994-1999) contaba con un bloque en V de ocho cilindros, con 3,5 litros y 40 válvulas, lo que le permitía desarrollar 380 CV. Eso dejaba en mantillas a su predecesor, el Ferrari 348 (1989-1995) con sus 300 CV (320 CV a partir de 1993). Los primeros F355 Berlinetta montaban cambio manual de seis relaciones, aunque en 1997 incorporaron la caja de cambios F1, heredada de los monoplazas de Ferrari que habían estrenado en 1989 sus transmisiones de accionamiento electrohidráulico con levas montadas tras el volante.

 

 

 

 

Una mezcla tan extraña como cautivadora

 

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Para el caso que nos ocupa, la insólita 2CV de Nimik no se puede beneficiar demasiado de los generosos aumentos del espacio de carga en la zona posterior que vivió la furgoneta en sus sucesivas generaciones, ya que el motor Ferrari ocupa su posición central trasera original. Adiós al sueño del pescatero veloz... Tampoco se beneficia del cambio con levas, sino que usa cambio manual.

 

 

 

 

De lo que sí que se beneficia, en cambio, es de un sistema de escape Capristo que suena a monstruo. Recordemos también que en la realización de este trabajo no resultó herido ningún coche. La furgoneta estaba abandonada a su suerte, y los restos mortales del Ferrari F355 fueron rescatados de un siniestro vial.

Aquí podemos ver de nuevo a este artefacto con ruedas, en un vídeo de 2013. Volumen al máximo, por favor, y atención a los primeros segundos:

 

 

 

 

 

 

 

 

FUENTE: https://www.motorpasion.com/tuning-preparaciones/el-citroen-2cv-furgoneta-con-alma-de-ferrari-f355-cabalga-de-nuevo

 

 


Publicado

29/03/2017

 

 

 

 

Coches para el recuerdo: Mini Cooper 1300

 

 

 

El Mini Cooper 1300 fue uno de los coches más deseados de toda una generación. Fue en los años 70 el coche de moda. Esta es la historia de la leyenda deportiva.
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El Mini lo fabricaba Authi en España en su factoría de Pamplona desde 1968. Pero fue en 1973 cuando apareció el Mini Cooper 1300, la versión más deportiva que se construyó en nuestro país. Se ofrecía por 156.000 pesetas, un precio bastante elevado por aquel entonces y que le colocaba en el mercado como un auténtico capricho. Muy cerca de mi casa, de hecho, había un concesionario de la marca y recuerdo perfectamente las horas que me pasaba mirando el Cooper en su escaparate. Mi padre estuvo incluso pensando en comprar uno, pero al final se decantó por un coche mucho más práctico: el Seat 124.

Del Mini me gustaba todo: su estética, su enorme habitabilidad en relación al tamaño, también el sonido del motor y, sobre todo, las posibilidades que ofrecía para competir en los rallyes. El Mini había sorprendido por sus éxitos en competición a nivel internacional, consiguiendo incluso la victoria en el Rallye de Montecarlo en 1964, mientras que en nuestro país Authi creaba un trofeo monomarca.

 

 

 

 

 

 

El Mini Cooper 1300 de Authi

 

El Mini Cooper 1300 construido por Authi se distinguía de los demás Mini por el techo de vinilo, la parrilla delantera y las llantas de mayor anchura, mientras que en el interior contaba con asientos deportivos, volante forrado en piel y un precioso cuadro de instrumentos plagado de relojes. Como opciones se ofrecían los reposacabezas delanteros y el limpia-luneta trasero. Pero la verdadera novedad del coche se escondía bajo el capó.

 

 

 

 

 

 

 

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El motor 1.300 alimentado por dos carburadores SU anunciaba unos optimistas 68 CV de potencia, si bien su rendimiento estaba lejos del de los Cooper ingleses, para los que se declaraban 76 CV. Ciertamente el motor inglés era mucho más fino y eficiente y, para ello, entre otras cosas, contaba con una relación de compresión más elevada, de 9,7:1 frente a los 8,8:1 del Cooper español. También montaba un árbol de levas de mayor cruce que permitía un superior rendimiento en la parte alta del cuentavueltas.

 

 

 

 

 

El modelo británico era además mucho más fiable y robusto, ya que si bien el motor del Cooper 1300 fabricado en Pamplona montaba ya un cigüeñal nitrurado, la calidad de los materiales no era la misma. Los propietarios también se quejaban de que las reparaciones y el mantenimiento no eran especialmente baratos.

 

 

 

 

 

 

 

 

La prueba original de AUTOPISTA

 

En la prueba realizada en su día por Arturo de Andrés en nuestra revista AUTOPISTA, el veterano probador destacaba el excelente comportamiento en curva del Mini Cooper 1300 y su agilidad en los trazados más sinuosos, pero se quejaba de la falta de rendimiento del motor y también del consumo que superaba en carretera ampliamente los 10 l/100 km.

 

 

 

 

 

Al motor le faltaba carácter en la parte alta del cuentavueltas y también llamaba la atención sobre ciertos problemas de calentamiento en recorridos por carretera pie a tabla, de ahí que la opción de radiador de aceite fuera más que recomendable. Evidentemente al Mini no le gustaban demasiado los viajes por autopista, se encontraba mucho más cómodo por carreteras con muchas curvas.

 

 

 

 

 

 

 

 

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Destacable era también en el Mini Cooper 13000 su capacidad de frenada. Para ello, montaba discos de freno en las ruedas delanteras y un servofreno, que sorprendían por su buen funcionamiento. Por su parte, el puesto de conducción resultaba muy deportivo. El precioso cuadro de instrumentos estaba plagado de relojes, mientras que el volante de tres radios iba forrado en piel. En el pequeño maletero se ubicaba el depósito de combustible con 36 litros de capacidad. Si algo sorprendía en el Mini era su fantástica habitabilidad interior, donde cuatro adultos podían viajar sin demasiadas apreturas.

 

 

 

 

 

Desgraciadamente el Mini Cooper 1300 tan sólo estuvo en producción tres años, dado que Authi con la crisis del petróleo sufrió graves problemas financieros y tuvo que cerrar sus puertas en 1976. Una verdadera pena.

 

 

 

 

 

Con el paso del tiempo y durante mis primeros años de carné de conducir, tuve oportunidad de subirme en alguna ocasión al Mini Cooper 1300 de un amigo de universidad. El coche seguía entusiasmando por aquel entonces por sus cualidades dinámicas y, sobre todo, por la diversión que ofrecía su conducción. La dirección era muy directa y algo pesada, pero el coche hacía gala de una eficacia impresionante, lo que le convertía en un auténtico matagigantes en los trazados más sinuosos.

 

 

 

 

 

La vida da muchas vueltas y hace dieciocho años surgió la oportunidad de comprar un Mini Cooper 1300 en el mercado de segunda mano. Estaba muy original, bien conservados los interiores y la chapa, no tanto la mecánica a la que tuve que dar un buen repaso. Cambiar los tacos de la suspensión, el embrague, las transmisiones y una buena puesta a punto. El coche funcionaba relativamente bien, aunque en verano por autopista había que tener cuidado y no exigirle demasiado para que no subiera la temperatura; el motor también consumía bastante gasolina y algo de aceite. Las suspensiones eran además muy duras y el Mini resultaba bastante incómodo en carreteras bacheadas.

 

 

 

 

 

 

El Mini Cooper 1300 lo disfruté unos cuantos años hasta que un precioso Alfa Romeo Guilia 2000 Bertone se cruzó en mi camino. Durante un tiempo mantuve los dos coches, pero la falta de espacio me obligó a vender mi querido Mini Cooper 1300. Como consuelo, puedo decir que se lo había comprado a un especialista en coches clásicos con el que mantengo desde entonces una buena amistad y que su actual propietario, también buen amigo, lo mantiene en las mejores condiciones. Cada vez tengo más claro que coches como el Mini Cooper no son sólo piezas de colección, son artefactos que, de alguna manera, tienen vida propia.

 

 

 

 

 

 

 

Datos del Mini Cooper 1300

 

Cilindrada: 1.275 cm3

 

Potencia:
68 CV

 

Largo x ancho x alto: 3,05 / 1,41/ 1,35 metros

 

Peso: 
640 kg

 

Velocidad máxima: 165 km/h

 

0-100 km/h: 14,7 segundos

 

Consumo: 8 l/100 km

 

 

 

 

 

 

 

 

FUENTE: http://www.autopista.es/clasicos/articulo/mini-cooper-1300

 

Publicado
Mini Cooper 1300: la historia de un deportivo mítico.

 

 

Pocos coches había más deseados a principios de los años 70 que el Mini Cooper 1300. La variante deportiva es esta semana nuestro protagonista de la sección “Coches para el recuerdo”. No te pierdas sus mejores fotos.
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