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Publicado

11/06/2024

 

 

 

 

 

Stig Blomqvist ganó el título en 1984 a los mandos de un Audi quattro

y lo copilotamos en una ruta en Ingoldstadt.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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En 2024 se conmemoran varios hitos en la historia reciente de Audi. Dos de ellas van de la mano y cumplen,

juntas, 40 años.

 

 

Por un lado, se celebran cuatro décadas del lanzamiento del espectacular Audi Sport quattro que hemos tenido

ocasión de probar y del que próximamente leerás una prueba.

 

 

Por otro, es la efeméride del título de pilotos conseguido en 1984 por Stig Blomqvist con un Audi quattro del Grupo B.

 

 

 

 

 

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Audi  //  Car and Driver

 

 

 

 

 

Blomqvist consiguió alzarse campeón del mundo con 37 años, justo la edad que tiene el redactor que está escribiendo

este artículo, cuyos méritos son menores. Inevitablemente, tenerlo delante

es un privilegio de los que te regala esta profesión.

 

 

Nada más verlo, mis ojos se van a parar a sus manos e imagino todo lo que han vivido; “si hablaran”, pienso…

 

 

Su pilotaje estaba fuera de toda duda y ahora con 77 años mantiene la magia que le sirvió para ser el mejor.

 

 

Hombre de pocas palabras, nos cuenta algunos secretos del Audi Sport quattro que se vendió de calle

(214 unidades) para que él pudiera conseguir ese triunfo.

 

 

Entre otras cosas, Stig es el piloto que más victorias en nieve tiene, récord que comparte con Marcus Gronholm

y tiene pinta de que va a seguir siendo suyo por

un largo tiempo.

 

 

También consiguió el subcampeonato en 1985.

 

 

 

 

 

 

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Carlos García-Alcañiz   //  Car and Driver

 

 

 

 

 

 

Blomqvist y el Audi Sport quattro, ¡qué tándem!

Hace calor, el verano ha llegado también a Ingolstadt y él lo lleva bien.

 

 

Ni una gota de sudor y eso que vamos con las ventanillas subidas y el aire que sale de la climatización

es el de la calle, tirando a templado.

 

 

Vamos en un Sport quattro de color verde, uno de los 4 tonos con los que se podía pedir a fábrica

este espectacular automóvil.

 

 

 

 

 

 

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Carlos García-Alcañiz   //    Car and Driver

 

 

 

 

 

 

Antes de montarnos en el coche, se toma un gigantesco Schnitzel para comer y él, como si nada

(servidor, a punto de estallar).

 

 

Es la calma hecha persona. “No tengo un Audi Sport quattro, aunque me hubiese gustado” dice

tan relajado mientras se sube al coche.

 

 

Sus manos, esas manos, llevan un coche cuyo odómetro chiva que tiene poco más de

17.000 kilómetros.

 

 

Según nos comentan los expertos de Audi Tradition, los responsables del legado de la marca, una unidad

en buen estado como ésta se dispara por encima del ¡medio

millón de euros!

 

 

A la mente nos viene una coña (“o casa o coche, elige”), pero no se la contamos a Blomqvist, pues es

un hombre serio y va a pensar cosas que no son.

 

 

 

 

 

 

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Audi  //  Car and Driver

 

 

 

 

 

 

Blomqvist disfruta conduciendo. Mira cada 5 segundos por el espejo retrovisor interior para ver qué

se cuece detrás.

 

 

Y charla siempre sin apartar la mirada de frente. Ahí se demuestra su talento.

 

 

“Hay diferencias entre el Sport quattro de calle y el quattro de rallyes, pero no te creas que son tantas”.

 

 

Evidentemente, la aerodinámica, el aligeramiento de peso y la potenciación del motor son 3 de las patas sobre

las que se trabajó a conciencia.

 

 

“Pero no te creas que hay mucha disparidad en la conducción pues, en el fondo, ambos coches son el mismo”.

 

 

 

 

 

 

 

 

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FUENTE:   https://www.caranddriver.com/es/pruebas-coches/a61068098/copilotamos-stig-blomqvist-audi-sport-quattro/
 


Publicado

 

 

 

 

 

 

Un poquito más de ritmo

Stig confía en el Audi y se nota que poco a poco aumenta el ritmo para buscar las cosquillas al chasis, nada

de marchas largas ni conducción eficiente.

 

 

Todo lo anterior le ha servido de calentamiento, para coger feeling.

 

 

Aunque el coche lo pone fácil y más en un día con una temperatura más propia de Madrid que de Munich (ni rastro de frío y lluvia),

Blomqvist sabe cómo hay que hacer las cosas para ir cada vez más rápido, con garantías,

que luego vienen los sustos y las rectificaciones de última

hora pueden salir bien… o no.

 

 

 

 

 

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Audi  //  Car and Driver

 

 

 

 

 

 

 

Con el paso de los minutos te das cuenta de que, el Audi Sport quattro, dirigido por un campeón del mundo, va tan fino

como un TT Coupé de última generación.

 

 

Una experiencia difícil de olvidar…

 

 

 

FUENTE:   https://www.caranddriver.com/es/pruebas-coches/a61068098/copilotamos-stig-blomqvist-audi-sport-quattro/

Publicado

10 junio 2024

 

 

 

 

 

Cuarenta años de Audi Sport quattro:

Adelantado a su tiempo

 

 

Fue la evolución de un coche pionero, el Audi quattro.

Nació para la competición y se hicieron solo 214 unidades

homologadas para carretera que hoy se cotizan a precios muy elevados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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A finales de los setenta, los vehículos de cuatro ruedas motrices eran, salvo alguna rara excepción, todoterrenos

para circular por el campo.

 

 

Pero en aquellos años, Audi entendió que este sistema aplicado a un turismo podía mejorar notablemente

el agarre cuando el asfalto estuviera deslizante.

 

 

 

 

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Así surgía la idea de un tipo de tracción que con el tiempo ha popularizado la marca de los cuatro aros y que se materializó en 1980 con

el Audi Quattro, un coupé de gran tamaño que ofrecía un comportamiento mucho más seguro que el del

resto de coches que había en el mercado cuando las condiciones

meteorológicas eran adversas.

 

 

 

 

 

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Superioridad absoluta

Para demostrar la eficacia de esta nueva tecnología y darla a conocer a gran escala, el fabricante alemán decidió participar

con dos unidades en el Campeonato del Mundo de Rallyes, una competición en auge donde

había varios constructores involucrados, pero todos con vehículos

de tracción trasera.

 

 

Desde el primer momento mostró una superioridad absoluta sobre agua, tierra o nieve y el resto solo

podían luchar contra él cuando el asfalto estaba seco.

 

 

 

 

 

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Sus comienzos fueron tan arrolladores que únicamente las averías de juventud le impidieron una supremacía total el año de su estreno, 1981.

 

 

Ya en la temporada siguiente, Audi conseguía el título de marcas y uno de sus pilotos, la francesa Michèle Mouton, el subcampeonato mundial.

 

 

En 1983 se invertía el resultado: Hannu Mikkola ganaba el certamen con el Audi quattro y la firma de Ingolstadt era segunda entre los constructores.

 

 

 

 

 

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Consagración

El 84 fue el año de la consagración, con un dominio incontestable que terminó con ambos títulos en las vitrinas de la marca.

 

 

Empezaba la era de los potentes y rápidos Grupo B de rallyes, que inmediatamente pasaron a la tecnología de las cuatro ruedas

motrices en vista de que ya era imposible superar a los Audi sin este sistema.

 

 

 

 

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Esa temporada el vencedor fue Stig Blomqvist y en ella se estrenó el Sport quattro, conocido internamente como

"corto" por su distancia entre ejes reducida en 30 centímetros respecto a su predecesor.

 

 

Gracias a ello, el coche era mucho más manejable en las zonas muy viradas.

 

 

Además de sus triunfos en el mundial de rallyes, el Audi Sport quattro ganó cuatro veces consecutivas, de 1984 a 1987, la famosa

subida americana a Pikes Peak.

 

 

Las imágenes que existen de este coche en esa carrera de "la ascensión hacia las nubes" son imborrables para cualquier aficionado

que las haya visto.

 

 

 

 

 

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Un modelo muy exclusivo

Para homologar el quattro corto en Grupo B hubo que fabricar 200 unidades de producción que pudieran rodar por carretera...

y de esa forma nació un vehículo singular y revolucionario, que ha resistido

como pocos el paso del tiempo.

 

 

EL MUNDO ha podido probarlo durante un variado recorrido por el sur de Alemania, en el que damos fe de esa juventud

que mantiene al cumplir los 40 años.

 

 

 

 

 

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Su precio en la época era de 203.850 marcos, es decir, algo más de 113.000 euros al cambio, un dinero que se pagaba sólo

por los deportivos más exclusivos y renombrados.

 

 

Para hacernos una idea costaba dos veces y media más que un Mercedes Clase S, una berlina de lujo exclusiva.

 

 

 

 

 

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Medio millón de euros

Finalmente, se construyeron 214 unidades entre 1983 y 1985, de las que únicamente quedan poco más de 100 circulando,

y su cotización se ha multiplicado por cuatro.

 

 

Por un Audi Sport quattro en buen estado se pueden llegar a pagar cerca de medio millón de euros.

 

 

 

 

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El coche de serie estaba equipado con un motor turbo de 2.2 litros y cinco cilindros en línea, que desarrollaba 306 caballos de potencia,

una cifra elevadísima entonces, sobre todo si tenemos en cuenta que pesaba 1.300 kilos.

 

 

En competición la potencia aumentaba a 420 CV y el conjunto se aligeraba hasta los 1.050 kilos.

 

 

 

 

 

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Al volante

Audi puso a disposición de un reducido grupo de periodistas cuatro Sport Quattro del museo, uno de cada uno

de los colores que se ofrecieron durante su comercialización:

rojo Tornado, azul Copenhague, banco Alpino y verde Malaquita.

 

 

Solo hubo dos excepciones a esta paleta, los coches negros que se destinaron a Ferdinand Piëch, el presidente de la

compañía en aquellos años.

 

 

 

 

 

 

 

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Con ellos disfrutamos al volante durante toda una mañana y parte de la tarde, y quedamos gratamente sorprendidos no sólo de

su rendimiento, sino también de su tacto y facilidad de conducción, impropios de un modelo

de principios de los 80.

 

 

 

 

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Turbo de los de antes

Bueno, eso es solo cierto a medias: a ritmo tranquilo, todo marcha sin sobresaltos, pero si queremos exprimir su

posibilidades nos damos cuenta de lo que eran los motores turbo de antes.

 

 

Por debajo de 4.000 revoluciones el Sport quattro se muestra perezoso y sólo a partir de ahí desata toda

su brutalidad.

 

 

Esto condiciona bastante la conducción, especialmente en zonas donde las curvas de diferente radio se encadenan

sin parar y las escasas rectas apenas te dan un respiro.

 

 

 

 

 

 

 

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En esas circunstancias, las cosas se van complicando, porque la dirección es más bien dura, los frenos tienen trabajo

extra para detener el vehículo a velocidades tan altas y, en definitiva, todas las tareas

se nos van acumulando en pocos segundos.

 

 

 

Por encima de las 4.000 vueltas

Para ir deprisa y que el coche sea eficaz hay que estar cambiando de marcha de forma continua, pues si en un viraje cerrado dejas caer

el motor por debajo de las mencionadas 4.000 revoluciones, al pisar el acelerador te encuentras con menos

potencia que en un pequeño utilitario.

 

 

Por tanto, en un tramo de montaña el Sport quattro exige un esfuerzo grande al conductor, que no para de mover el volante y engranar

la marcha correcta en cada punto, con los tirones y sacudidas correspondientes al obligar al motor

a ir siempre alto de vueltas.

 

 

 

 

 

 

 

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Al margen de esa característica tan peculiar y diferente a lo que encontramos en los deportivos de hoy, el coche nos dejó perplejos por su

eficaz comportamiento, con unas suspensiones que permiten una gran velocidad de paso por curva

y, además, no resultan incómodas, y una tracción brillante al acelerar sin contemplaciones

en terrenos de baja adherencia.

 

 

 

 

 

 

 

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Los materiales empleados en el habitáculo, así como el acabado, están muy por encima de lo que se estilaba hace 40 años.

 

 

Ese aspecto tan cuidado, junto con un diseño agresivo y atemporal, que no desentona en absoluto incluso en estos días, es

lo primero que llama la atención al acercarnos al Sport quattro.

 

 

Después, como decíamos anteriormente, tras recorrer los kilómetros iniciales nos satisface la suavidad y precisión que encontramos...

hasta que decidimos exprimir más todo su potencial

 

 

 

 

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STIG BLOMQVIST, CUARENTA AÑOS DESPUÉS

Durante nuestra prueba con el Audi Sport quattro, tuvimos ocasión de compartir almuerzo con una leyenda de los rallyes, Stig Blomqvist.

 

 

El sueco fue campeón del mundo de la especialidad en 1984 al volante de ese coche, con el que también logró el subcampeonato al año siguiente.

 

 

A pesar de ser hombre de pocas palabras, la conversación con un personaje de esta talla siempre aporta cosas interesantes.

 

 

"Cuando Carlos Sainz corrió su primer rallye del mundial con un Sierra Cosworth (Portugal, 1987), yo era piloto de Ford", nos cuenta Stig.

 

 

"Hicimos varios test juntos y se subió conmigo en algún momento. Su curiosidad era infinita, preguntaba por todo y estaba pendiente

de cualquier detalle.

 

 

No creo que Sainz fuera el más rápido en su época, pero su ambición y capacidad de trabajo le convertían en uno de los mejores".

 

 

También nos llamó mucho la atención lo aficionado que es a las motos, tanto que le preguntamos si había competido con ellas:

"No, pero me gusta mucho MotoGP y los españoles son muy fuertes en esa especialidad".

 

 

Demostró que sigue con entusiasmo las carreas y ensalzó a Marc Márquez. "Ojalá tenga una moto oficial el próximo año para volver a

luchar por el mundial".

 

 

Sus palabras fueron premonitorias, porque a las pocas horas Ducati anunció su fichaje para 2025.

 

 

 

 

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En contra de las opiniones generalizadas sobre la dificultad y peligrosidad de los Grupo B en los rallyes de los 80, Stig nos explicó

que para él no fue así.

 

 

"Se conducían de forma similar a los tracción delantera que yo había llevado y me habitué rápidamente, aunque es cierto que la

mayoría de los pilotos pretendían llevarlos como un tracción trasera y se les complicaba

el aprendizaje".

 

 

Blomqvist confesó que el mejor compañero que tuvo en Audi fue Walter Röhrl, "muy profesional y meticuloso" y que no se

llevaba demasiado bien con Hannu Mikkola.

 

 

Cree que los rallyes de ahora tienen poco que ver con los de antes, donde podías llegar a hacer 80 tramos cronometrados, mientras

hoy haces pequeños bucles con largas paradas cada poco tiempo.

 

 

A punto de cumplir 78 años, Stig Blomqvist mantiene la pasión por el automovilismo y sus dotes al volante permanecen intactas.

 

 

Participa asiduamente en exhibiciones sobre hielo, deleitando a los aficionados con sus derrapadas y facilidad innata

para manejar un volante.

 

 

La saga tiene continuidad con su hijo Tom, aunque éste ha optado por la modalidad de circuitos

 

 

 

FUENTE:   https://www.elmundo.es/motor/2024/06/10/66669730e9cf4afb668b4596.html

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