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en septiembre me voy a tenerife ...y tengo que montar en avion.

ya he montado 8 o 10 veces paro cada vez me gusta menos.

ya se que es el medio de transporte mas seguro,pero no quita que cada vez me desagrade mas

 

A alguine mas le desagrada?

trucos??

consejos??

 

tranquilmancin??

wiskis??


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Publicado (editado)

Cuando viajo en avión, más que miedo me entra pánico, por pensar en el hecho de que me pueda tocar un tipo parlanchín al lado... :( Pavor. Por lo demás, el pacharán y la amena conversación con las azafatas son cosas que ayudan, lo reconozco.

 

Puede parecerte una tontería, pero lleva algo que pueda distraerte: una revista de coches, un buen libro, crucigramas, guías turísticas de Tenerife, dinamita... ¿por qué no pruebas con una GameBoy o un reproductor mp3? No se pueden usar durante el aterrizaje/depegue pero sí durante el vuelo. Además te aísla del ruído y se te pasarán todos los miedos.

 

A mi personalmente me encanta volar a distancias razonablemente cortas (Tenerife, Londres...), claro que a la fuerza me han obligado a ello, mañana me toca chuparme doce horitas... Bah! Una mariconada... :shy::flwrs:

 

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Editado por thecayflow
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Yo soy el tio que más miedo le tiene a los aviones de España seguro :(:flwrs:

 

Pero miedo miedo.... lo juro, me monté una vez (bueno 2, ida y vuelta) a París.... madre mía que miedo :shy: .... a la vuelta pasamos tubulencias.... casi me meo :p:p

 

Para tranquilizarme el cab***azo de mi primo me lio para ir a ver la cabina...... cual fue mi espanto cuando mi a los 2 pilotos y al que va detrás (no se como se llama) jugando a las cartas!!!!!!!!....... y pensé:"En que manos he depositado mi vida????..... en unos juerguistas jugando al tute!!!!!!" :o :(

 

 

 

 

 

 

He dramatizado un poco.... pero todo es verdad :shy:

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a mi me encanta :(

 

lo de las cartas me lo creo jajaja.

Los aviones van por piloto ultimamente. Y ya hasta aterrizan con mínima ayuda del piloto. Estos úlitmos.... son una especie de supervisores.

 

Pero aún asi, a mi me inspira confianza saber que están jejeje.

 

Mi expereiencia de vuelo se limita a 4 veces. Tiempo máximo 2 horas. Y también pillé turbulencias y aquello fue divertido y todo :flwrs:

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cual fue mi espanto cuando mi a los 2 pilotos y al que va detrás (no se como se llama) jugando a las cartas!!!!!!!!....... y pensé:"En que manos he depositado mi vida????..... en unos juerguistas jugando al tute!!!!!!:shy:  :flwrs:

Lo más estresante para los pilotos es el despegue y el aterrizaje (a ver si el amigo Der se anima a contarnos su experiencia en este campo), pero vamos, que estos aparatos -en condiciones normales- pueden volar casi solos... Yo más de una vez me pregunto si no ponen ahí tantos botoncitos y aparatos para despistarnos..., y cuando nos damos la vuelta los usan en realidad para mirar el Outlook Express... :(

 

a380.jpg

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Para empezar HOLA desde el Lago Konstanza, Alemania.

 

Yo he volado varias veces, y la verdad es que cada dia me gusta mas. Vuelos de 2 horas Paris, Londres, Milan, de 8h a Nueva York, y mi record de 13h a Santiago de Chile.

 

No tengas miedo, llevate cosas para distraerte, e incluso alguna pastilla para dormir.

 

Have a good fly. RAFA

Publicado (editado)

Me encantan volar y si son vuelos transcontinentales mejor todavía, cuantas más horas mejor.....eso después uno termina cansadísimo.....y si puedo o convenzo a las azafatas, me piro a la cabina, uffff que gozada... ;):wub:

 

Y tengo una ganas de montarme en un A380..... :wub::wub: mi enamorado

 

 

Un saludo

Editado por Galliani
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En que manos he depositado mi vida????.....

Eso es lo que me da pánico a mi, no saber en manos de quien estás..., que si, que serán todos unos profesionales, pero todos los profesionales pueden cometer un error en algún momento de su carrera...

 

SI, Que pasa? me da miedo volar :wub::wub::wub:

 

Y cuando lo hago prefiero distraerme con el método tradicional: ALCOHOL, que pa eso no conduzco yo jejeje ;)

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Pues a mí también me gusta el avión... Viena fue mi último destino.

 

Antes he estado en Madrid, Barcelona, París, Miami, Miami - L.A., L.A. - Madrid, Vigo... pero el que gana a todos es el de Madeira. Todo un día de aviones Málaga - Madrid - Lisboa - Madeira para aterrizar en un aeropuerto que si te descuidas te caes al mar... cuando aterrizó el avión el pasaje aplaudía y todo ;)

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A alguine mas le desagrada?

¿Desagradar? LO ODIO!!!! Sobre todos las interminables horas antes del embarque. Y no te cuento lo que me pasó la última vez que fuí a Barcelona (Abril) porque veo que te vas a quedar sin subir al avión. ;)

 

S2

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yo he hecho 4 viajes y sin duda aunq no paso miedo, en el ultimo q monte q era un viaje a ibiza la verdad q el avion daba un miedo q no veas , era de cutre q pense q no despegabamos :wub::lol:

 

los demas bien, pq eran aviones grandes y dan otra sensacion ;)

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Tambien te puedes llevar esto y te lo lees... (bueno, antes le dices a alguien con fé que encienda una vela)

Relájate y disfruta del vuelo :wub:

 

    Seamos machos: hablemos del miedo al avión

 

    GABRIEL GARCIA MARQUEZ

 

    EL PAÍS  -  Opinión - 26-10-1980

 

    El único miedo que los latinos confesamos sin vergüenza, y hasta con un cierto orgullo machista, es el miedo al avión. Tal vez porque es un miedo distinto, que no existe desde nuestros orígenes, como el miedo a la oscuridad o el miedo mismo de que se nos note el miedo. Al contrario: el miedo al avión es el más reciente de todos, pues sólo existe desde que se inventó la ciencia de volar, hace apenas 77 años. Yo lo padezco como nadie, a mucha honra, y además con una gratitud inmensa, porque gracias a él he podido darle la vuelta al mundo en 82 horas, a bordo de toda clase de aviones, y por lo menos diez veces.No; al contrario de otros miedos que son atávicos o congénitos, el del avión se aprende. Yo recuerdo con nostalgia los vuelos líricos del bachillerato, en aquellos aviones de dos motores que viajaban por entre los pájaros, espantando vacas, asustando con el viento de sus hélices a las florecitas amarillas de los potreros, y que a veces se perdían para siempre entre las nubes, se hacían tortillas, y había que salir a media noche a buscar sus cenizas del modo más natural: a lomo de mula.

 

    Una vez, siendo reportero de un diario de Bogotá, en una época irreal en que todo el mundo tenía veinte años, me mandaron con el fotógrafo Guillermo Sánchez a perseguir una mala noticia en uno de aquellos Catalinas anfibios que habían sobrado de la guerra. Volábamos sobre la plena selva de Urabá sentados en bultos de escobas, porque asientos no había en aquel sepulcro volante, ni una azafata de consolación a quien pedirle el número de su teléfono en el paraíso, y de pronto el avión se metió a tientas por donde no era y se extravió en un aguacero bíblico. No sólo llovía afuera, sino también adentro. Agarrándose a duras penas, el copiloto nos llevó un periódico para que nos tapáramos la cabeza, y vimos, con asombro, que apenas si podía hablar y le temblaban las manos.

 

    Ese día aprendí algo muy alentador: también los pilotos tienen miedo, sólo que a ellos, como a los toreros, no se les nota tanto en el temblor de las manos como en las supersticiones. Un amigo español -tan temeroso del avión que nunca viajaba sentado- lo descubrió una mala noche de invierno en que lo invitaron a presenciar el decolaje en la cabina de mando. Era en Nueva York, durante una tormenta de nieve, y la tripulación permaneció muy serena en la cabeza de la pista, hasta que le dieron la orden de decolar. Entonces, como si fuera un requisito técnico insalvable, todos se persignaron al unísono. Mi amigo, comprendiendo que en el fondo de su alma también los pilotos tenían miedo, le perdió para siempre el miedo al avión.

 

    Yo tuve una prueba todavía más sutil volando por entre las estrellas sobre el océano Atlántico. Hablando de todo, le pregunté al comandante por otro piloto amigo que había sido mi compañero de escuela. Yo ignoraba, por supuesto, que se había estrellado en el aeropuerto de Tenerife cuando trataba de aterrizar en medio de la borrasca. El comandante me lo dijo de otro modo, pero más revelador:

 

    -Se retiró de la compañía hace tres años, en las islas Canarias.

 

    Sin embargo, el buen miedo al avión no tiene nada que ver con las catástrofes aéreas. Picasso lo dijo muy bien: «No le tengo miedo a la muerte, sino al avión». Más aún: hubo muchos temerosos que perdieron el miedo al avión después de sobrevivir a un desastre. Yo lo contraje como una infección incurable volando a media noche de Miami a Nueva York, en uno de los primeros aviones a reacción. El tiempo era perfecto y el avión parecía inmóvil en el cielo, llevando a su lado esa estrella solitaria que acompaña siempre a los aviones buenos, y yo la contemplaba por la ventanilla con la misma ternura con que Saint-Exupery veía las fogatas del desierto desde su avión de aluminio. De pronto, en la lucidez de la vigilia, tuve conciencia de la imposibilidad física de que un avión se sostuviera en el aire, y me juré que nunca volvería a volar.

 

    Lo cumplí durante diez años, hasta que la vida me enseñó que el verdadero temeroso del avión no es el que se niega a volar, sino el que aprende a volar con miedo. Es una especie de fascinación. De todos los temerosos insignes que conozco, el único que de verdad no vuela es el arquitecto brasileño Oscar Niemayer. En cambio, su compatriota George Amado, que es un timorato aéreo de los más grandes, ha tenido la audacia poética de volar en Concord desde París hasta Nueva York, para allí tomar un barco que lo llevara a Río de Janeiro. El escritor venezolano Miguel Otero Silva y el director de cine brasileño Ruy Guerra, por distintos caminos, han llegado a la conclusión de que la única manera de combatir el miedo al avión es volando con miedo, y lo combaten casi todos los meses. Carlos Fuentes, que no voló durante quince años y hacía unos viajes épicos de ocho días, cambiando de trenes, desde México hasta Nueva York, no sólo ha vuelto a volar, sino que la semana pasada fue a dictar una conferencia en la Universidad de Indiana, en una avioneta de un solo motor. Sin embargo, entre los grandes especialistas del miedo al avión no hay ninguno mejor que don Luis Buñuel, que a los ochenta años sigue volando impávido, pero muerto de miedo. Para él, el verdadero terror empieza cuando todo anda perfecto en el vuelo y, de pronto, aparece el comandante en mangas de camisa y recorre el avión a pasos lentos, saludando a cada uno de los pasajeros con una sonrisa radiante.

 

    Mi madre no ha volado más de dos veces en su larga vida. Nunca ha sentido miedo, pero conoce muy bien el de sus hijos -que son doce-, de modo que mantiene siempre una vela encendida en el altar doméstico para proteger a cualquiera de nosotros que se encuentre en el aire. Su fe es tan cierta, que a uno de sus hijos -que es ingeniero de caminos- se le cayó hace poco un buldozer en una cuneta. Mi madre oyó decir que el rescate podía costar más de 100.000 pesos, y le dijo a mi hermano que no gastara ni un céntimo, pues ella iba a encender una vela para sacar el buldozer. Mi hermano la reprendió: «Sólo a ti se te ocurre que una vela puede sacar un buldozer de una cuneta». Mi madre, impasible, le replicó:

 

    -¡Cómo no va a sacarlo, si sostiene un avión en el aire!

 

Ya verás como funciona ;)

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